No puedo mantenerme indiferente. La muerte siempre me inquieta, me transforma por dentro. Cuando un ser querido o que has conocido de alguna manera se marcha de este mundo alguna capa de tu alma también se ha ido definitivamente. El cuerpo duele como si murieras tú también un poco más. Pero hay una especie de renacimiento en todo ello que no comprendo y que detesto profundamente.
sábado, 4 de septiembre de 2010
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