domingo, 23 de marzo de 2014

Sobre el olvido

Mientras los rusos van anexionándose Crimea, con toda la impunidad del mundo (algo que no logro entender bien), por otro motivo muy distinto y en otro lugar no demasiado lejos, una marcha de la dignidad, emanada directamente del pueblo, venida desde distintos puntos de un país llamado España, se manifiesta en el centro de Madrid con 50.000 personas para demostrarle al gobierno español que debe dimitir, que debe cambiar sus políticas erróneas, un gobierno que está devorando a sus votantes y no votantes lentamente, con una larga agonía que lleva consigo una lista de parados similar a la lista de bajas de una guerra, altos índices de pobreza, corrupción, crisis sanitaria, en educación, etc. El pueblo no puede resistir más. El gobierno ignora la trascendencia de este acontecimiento y no quiere negociar, ni dar explicaciones. Recibe órdenes de Europa y desea seguir siendo miembro de este "selecto" club. Y pasada la hora límite, la policía tiene orden de disolver la manifestación, se encienden las alertas: cargas policiales, heridos, detenidos, etc. Y mientras sucede todo esto, el primer presidente que tuvo nuestra última democracia, en sus últimos momentos de vida, en la habitación de un hospital de Madrid, no recuerda ya que fue uno de los principales artífices de una gran obra, la transición política de una dictadura de 40 años a la democracia, no recuerda ya quién fue, ni su valor demostrado ante muchas adversidades, ni sus contradicciones, ni reconoce a su familia, tan solo el afecto, el afecto de los que le rodean en estos últimos momentos, y ya, creo que ni siquiera eso. Y detrás de ese gran olvido que primero tuvo que soportar conscientemente con el rechazo de su pueblo, cuando ya había cumplido con su cometido, ahora, en estos últimos momentos de agonía, los medios de comunicación de todo el país le recuerdan con emoción, como si desde este mundo, sus paisanos quisieran devolverle la memoria que perdió para que descansara por fin con dignidad, con el afecto devuelto de un pueblo que no dejó de amar, y que hoy tal vez necesita un valor como el que en su momento demostró. Aparentemente no tiene mucho que ver una cosa con otra, pero el destino se ha encargado de cruzar estos dos acontecimientos, al mismo tiempo. Por un lado, un olvido consciente de una casta política frente a sus ciudadanos, a sus iguales que sufren día a día; y, por otro lado, un olvido impuesto por el destino y por las trampas de la razón humana. Ay, Lete, Leteo, qué corrientes llevas contigo y qué formas tan dispares tienes de manifestarte en el mundo de los vivos. Sí. Creo que este momento que estamos viviendo ahora podría ser un "momento estelar", de los que van anticipando un cambio de etapa o de los que ayudan a que una sociedad reflexione sobre sí misma. ¿Quién sabe? Tal vez, Stefan Zweig estuviera de acuerdo conmigo.