jueves, 4 de junio de 2009

Escribir y pintar

Escribir para resolver un puñado de miedos.
Escribir para desentrañar una ecuación cosmológica.
Pintar a toda la humanidad en un trazo, en un gesto que suene a música irregular.
Pintar y decidir.
Pintar y arrancarse el miedo de los ojos.
Pintar para ser el más violento y el más lógico.
Pintar para descubrirme en los ojos del vacío.
Del peso y de las formas, de lo esencial.
Prescindir de los aciertos.
En mitad de una estética del error.
Del cambio.
La belleza en esos espacios intermedios.
Donde el movimiento es lo vivo, y el vacío, la esencia de la libertad, la esencia de la metamorfosis. Y no pensar.
Decidir, decidir no pensar.
Tensionar los polos.
Un no pensamiento.
El libre pensamiento.
Y ver las cosas de otro modo.
Ser.
Provocar.
Provocar para descifrar los lazos que tocan los extremos.
Nada es más imperfecto, y nada es más perfecto.
Escribir para descomponer la realidad.
Escribir para descomponerlo todo.
Escribir para reconocer la violencia del gesto o el no pensamiento del gesto.
Escribir para hablar sobre la escritura.
Sobre uno y todo.
Sobre lo que importa y lo que no.
Sobre lo que te mira y lo que no.
Sobre lo que somos o algo parecido.
Sobre un instante de representación que se ha perdido en las brumas de una línea imperfecta.

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