lunes, 22 de junio de 2009

El sujeto de los otros

He buscado una definición.
Pero pensar poéticamente no es definir.
Si no pudiera pensar, sería un auténtico poeta; no, poema.
Cierto es que uno no puede ser sin el otro.
Y el otro es mi propio juicio.
El resultado de mí.
Porque soy un aspirante de todo... lo necesario.
Pero hay veces que no distingo lo que soy.
Cuando te miro a los ojos, poema, empiezo a comprender.
Porque la escritura me divide.
Llego a ser un despojo de mí.
Escribo para desprenderme.
Sin desnudos.
Escribo para deshacerme de mí.
Pero sin ser yo.
El yo queda en el camino.
Estoy en un espacio intermedio.
Al desprenderme, no hay nada.
Dejo de ser lo que fui, lo que soy, lo que seré.
En esos momentos, noto la violencia del intercambio.
Y el pensamiento romperse en mil pedazos.
Llegado a este punto, no me pertenezco.
Y todo es posible.
No hay nostalgia.
No hay visiones.
Se anulan los ritmos.
Soy otro, soy otra.
Algo distinto que, ya, no me confunde.
Un borrador, una prueba de que no existo.



Padezco la crisis de los objetos.
Somos dos.
Los dos que son muchos.
Luchamos en paz.
Vivimos un pulso en silencio.
En ocasiones, dejo de ser yo para ser ellos en segunda persona.
Relajo la fractura de la imaginación.
Abandono la experiencia de los límites.
Ellos me dejan ser lo que no soy.
Por unos instantes, se disputan mi ausencia.
Luego, la crisis se libera de mí.
Decrece la intensidad.
El pulso regresa al ritmo de la meditación.
Casi imperceptible, noto mi diferencia.



Existe un dolor desconocido.
Vivir en paz debe producir dolor.
Ese otro dolor.
Crear sin resultado.
Crearse a uno mismo.
Recuperar la piel.
El peso de la conciencia.
Ubicarse en las razones.
Olvidarlo todo.
Olvidar el dolor.
Inventar la fiebre.
Crear la sed.
Abandonarse.
Descubrirse.
El dolor sirve para olvidarse de uno.
He fabricado mi propio dolor.
El otro dolor que es mi dolor.
Ser para mí, para ti.
Soy el instrumento de mi violencia.
Es tuya.
El circuito de mi sangre es tuyo.
Distingo el sentido de la palpitación.
Compréndeme.
Ando sin respirar.
Con un cuerpo, una piel, una velocidad distinta.
Descubro que no soy el que quería ser.
Me regalas un ramo de máscaras.
Otras voces, otros momentos.
Respiro con un sonido equivocado.
No parece que sea yo.
Por eso, me visto igual.
El mismo traje, aunque distinto.
Una máscara. Otra máscara.
La misma sensación de estar equivocado.



Soy una diferencia.
Soy lo íntimo.
Los otros son el resultado de lo que soy.
Me acompañan, pero no saben qué soy.
Soy el pensamiento, girando a revoluciones imposibles de medir.
Soy la figura que no hay en mí.
El otro que huele a mí.
Me multiplico y giro, giro alrededor de mí.
A cada vuelta me voy llenando de los otros.
Mi nombre es el suyo.
Soy un nombre que abarca todos mis nombres.
Me repito para diferenciarme.
Soy la experiencia de los otros.
La palabra imprecisa de lo íntimo.
De la negación de lo íntimo.
La identidad disimulada.
Disociación de los muchos que hay en mí.
Lo imposible deshaciendo lo pensado.
Fuera de mí, el eje del movimiento y de los actos inconclusos.
Soy el instante no vivido, aunque armonizado en lo no escrito.
Soy el desaparecido.
El sujeto de los otros.
El ninguno de los otros.

No hay comentarios:

Publicar un comentario