lunes, 11 de mayo de 2009

Gestos


Al salir de su casa y cerrar la puerta se percató de que sus gestos no coincidían con los sonidos habituales, de que no estaban sincronizados. Después de transcurrir unos minutos, consiguió escuchar el crujido de la puerta de su casa cerrándose en otra calle, mientras observaba en silencio, dentro de un taxi, el tránsito de la plaza. Alguien le hablaba y no podía escucharle en el mismo momento, sino después. Por eso empezó a creer que oía voces. Se percató también de que su lugar de trabajo ya no existía... Y de que, en realidad, se había perdido porque no encontraba el camino de regreso a casa.
Publicado en mi libro Visiones desde el marco (2008).

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