lunes, 20 de febrero de 2012

Precipitarse o morir

El precipicio te coloca en el lugar adecuado. Precipitarse o morir... Las sombras te hacen vibrar, siempre conmueven. Y la luz te desnuda definitivamente y te abre las puertas al color. Precipitarse a la vida. Precipitarse para respirar. Oxigenar el cerebro, el pensamiento... Precipitarse para ser feliz. Precipitarse para olvidar. Para encontrarse con uno mismo... Para ser o volver a ser... Para el impulso y para seguir, para seguir siendo. Digamos que la vida te arrastra, pero puedo arrastrarla yo también... Llevarla conmigo y dejarla pasear, dejarla coquetear con el mundo... Puedo sentir que todo puede fluir muy despacio o muy rápido, muy a tiempo con el tiempo, porque me siento tan descalzo, pero con los pies calientes, desean correr sin parar hasta tocar la estrella más lejana... Bien. Digamos que sigo aquí. En pie. A solas, boquiabierto, mirando al mundo, observando el asombro, descubriendo la piel de los astros y de la melancolía y la necesidad de volver a nacer envuelto en un manto de nubes.

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