sábado, 10 de abril de 2010

Belleza

Hace unos días, una lectora muy especial, a través de un e-mail, me preguntó acerca del concepto de belleza, de lo que significaba para mí. Cada cierto tiempo solemos charlar sobre cuestiones filosóficas o estéticas de este tipo. Y, bueno, tantas y tantas cosas me vinieron a la mente que permanecí varias horas en mi casa, mudo, pensando qué contestar... Pero busqué una respuesta ajustada a su necesidad de saber y a mi necesidad de decir... Como todo en la vida, lo suficientemente imperfecta para no ser tomada muy en serio, tan solo lo necesario...

Me entristece mucho ver cómo las cosas se derrumban y nada permanece.
Y que todo se va de las manos, como la arena o el agua.
Entender el cambio es una liberación, una tendencia taoísta... Es iluminación, quizá... Muchas veces me he sentido muy bien, me encontré a mí mismo entendiendo esta filosofía.
Pero después de pensar en mi tradición occidental, en el humanismo, en la crisis del ser, creo que me quedo con los que pierden, con los que sufren, con la condición efímera, pero digna del desafío... Sé que es una lucha poética perdida, pero creo que la necesitamos todos, en nuestra intimidad. Es una forma de respirar profundamente. Tal vez a través de esta condición perdida no nos sentiremos tan solos y tan desarmados ante el destino. En todo este estado hay tanta verdad contenida que de alguna manera nos libera por dentro, nos hace crecer... Pero sin promesas de mundos mejores. Sé que hay algo de vanagloria en ello, pero ahora estoy en este horizonte. Tal vez esta conciencia de lo trágico libera el espíritu... A mí me inspira, me hace estar más cerca de las personas. Es como si estuviéramos todos unidos por un lazo íntimamente trágico. No es nada nuevo, sino muy antiguo. Puede ser que algo de la paz humana y no de la paz divina se encuentre ahí. En la conciencia de todo ello. Nuestra tradición occidental ha tratado de definir esta condición. Desde luego que todo adquirió más gravedad con la tradición judeo-cristiana de la culpa, por ser expulsados del paraíso, por haber matado al hijo de Dios... Esto nos ha hecho pensar que todos los males del mundo han sucedido por nuestra culpa. Pero antes de todo ello los griegos inventaron esta conciencia trágica, fantástica, grave del mundo, de sus problemas, de su convivencia, de la relación del hombre o la mujer con los dioses... Y todavía andamos en un espacio similar. No hemos avanzado porque no es posible avanzar. Quizá saberlo y afrontarlo, mirando a los ojos a todo lo que nos rodea, dignifica un poco... A mí me hace percibir la vida como un acto de resistencia. Y es esa belleza la que me conmueve por dentro.

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