viernes, 21 de agosto de 2015

Visiones de lo mismo o de cómo perder el tiempo


Quisiera contarles algo. Ayer, una amiga me comentó que yo era como una oveja negra dentro de la dramaturgia española contemporánea. Yo le dije que creía que ni siquiera eso. Me dijo también que en Canarias era un bicho raro. Lo sabía ya, pero le pregunté por qué. Y me contestó que en mis textos (se refería a los dedicados a las artes escénicas, no sé qué diablos pensará de lo demás) la mayoría de las veces, no en todos los casos, no contaba historias, que eran poemas, que había que pensar mucho, incluso las imágenes de todas las acotaciones, y que jamás podría representar una obra en un Centro dramático nacional o en el Teatro nacional de Cataluña, por ejemplo. Le expliqué que sinceramente no me preocupaba mucho eso, que estaba acostumbrado, y que sí, que en algún momento de mi vida lo intenté ingenuamente, hace algunos años, pero qué le íbamos a hacer Emoticono smile

Que sé que mi lugar no está allí... Que no he ido a ningún taller de dramaturgia en mi vida, ni del Sanchís Sinisterra, ni del Sergi Berbel, ni del Amestoy, ni de los profesores de la RESAD, ni soy miembro de la Asociación de Autores de Teatro, ni de la Asociación de Directores de Escena de España, ni nada de eso, que lo sentía, que tampoco me veía ahí ni tampoco me esperan... Y respeto mucho a quien va o asiste a todo esto, pero sé que no era para mí. Que decidí no presentarme a premios, empecé haciéndolo, pero ya, a principios del 2000, después de ganar algunos, me di cuenta de que no estaba en ese lugar tampoco. Que he ido siempre a mi aire y así me va... Porque he querido sentirme libre de verdad en todo momento... Que lo sé, lo sé... es el camino más largo y más costoso, pero le dije también que no podía evitarlo... Que por eso había montado mi propia compañía... Para poder representar mis textos y dirigirlos yo mismo... Que allí donde me quieran iré con mis propuestas. No me canso. Es verdad. A veces, pensé en tirar la toalla, pero rápidamente me decía que no, porque los textos siguen y siguen fluyendo en mi cabeza. Y no lo puedo evitar. También le dije que no sé de qué se sorprendía... Hasta finales del siglo XIX, hasta que los novelistas toman el teatro, al dramaturgo se le consideraba habitualmente como poeta. Yo intento llevar a escena la poesía contemporánea, algo de nuestras preocupaciones actuales que se parecen o no a las de otras épocas remotas, con un lenguaje de ahora, claro, que en la escena se puede articular de muy diversa manera, no hay límites, todo es posible, y eso es lo que me fascina de trasladar el poema a la escena... Y que los grandes autores del pasado que admiramos: Sófocles, Shakespeare, Calderón, Artaud, Lorca, Beckett, Müller, etc., eran poetas trágicos, dramáticos y posdramáticos, pero poetas, poetas... Con la poesía puedo ser libre, con palabras dichas o no dichas, con el movimiento, el espacio, la luz, con todo, puedo hacer lo que quiera. Fui concluyendo diciéndole que no sabía hacer otra cosa en este ámbito y que si no quería llamarme dramaturgo que no lo hiciera. Que me daba igual. Y que me llamaba Roberto, con eso me bastaba... Terminé agradeciéndole su sinceridad y me despedí porque tenía que irme o más bien me apetecía marcharme. Llevo más de una década escuchando comentarios como este, lo mismo, y suele entristecerme o aburrirme. En este caso, sentí lo primero... Aunque no siempre es así. El eterno debate entre narración y poesía, entre una visión narrativa o poética de la vida, ¿qué es mejor? En teatro si eliges poesía, (y no me refiero a solo literatura, las artes escénicas no son solo literatura ni mucho menos, sino a una forma de ver el mundo, de concebir la vida con esa lente) parece que estás condenado a perder, pero yo sigo erre que erre... Emoticono smile

3 comentarios:

  1. Me llama la atención que siquiera te cuestiones escribir; uno llega a conocer a gente bastante mediocre e ignorante (desde el cariño) q en ningún momento se cuestiona absolutamente nada... de ahí la consciencia... eso me hace reflexionar sobre que todos, independientemente de lo que hagamos, tenemos dudas en un determinado momento de nuestra existencia... particularmente en mi caso me da fuerzas y me anima a seguir adelante, tratando de seguir mi instinto... si bien es cierto q he dado contigo de una manera indirecta (a priori, lo que dice mucho de mi nivel cultural) sería una lástima q por aquello de la aceptación renunciaras a seguir escribiendo... y no sólo eso, sino q además trascienda con todas sus consecuencias... tus palabras me hacen tener una mayor perspectiva sobre la realidad y como consecuencia visión (al margen de reactivar mis sentidos) y me han hecho reflexionar mucho sobre el rumbo de mi vida, tomando más y mejores decisiones... y quizá algunos ni siquiera tenemos la confianza suficiente con alguien para q nos hable con tanta franqueza de lo que al fin y al cabo es su opinión... un abrazo grande.

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  2. Buenos días, Anónimo/a (te llamo así porque no sé quién eres). Te agradezco mucho tus palabras y tu sinceridad. Y por supuesto que me cuestiono todos los días escribir o no escribir (este blog, por ejemplo, está lleno de muchas dudas, a lo largo de más de mil entradas). Pero, como tú dices, el instinto ayuda. Y la necesidad de comunicar. Mil gracias. Un abrazo grande.

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