martes, 6 de septiembre de 2011

Ayer

Ayer las estrellas se deslizaron por mis pupilas, mente abajo, hasta mi paisaje interior más desolado. Pero no entendía con exactitud el significado de aquellas esferas que rotaban alrededor de mis interiores y que me decían no esperes a la luz porque te dejará ciego... Y, entonces, sentí la necesidad de dibujar un craneo de animal antiguo y pude comprender que todos los tiempos se hallaban en él, y en la palma de la mano. Y que no hay un instante decisivo, sino que todos lo han sido en realidad. Y yo no podía acordarme de todos ellos. Y sentía que los recuerdos se deslizaban entre los dedos y no podía retenerlos.

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