domingo, 27 de junio de 2010

La condición humana actual

El carácter revolucionario es humanista en el sentido en que siente en sí mismo a toda la humanidad, y en que nada humano le es ajeno. Es escéptico, pues sospecha que las ideologías encubren realidades indeseables. Es un hombre de fe, pues cree en aquello que existe potencialmente, aunque todavía no haya nacido. Puede decir "no" y ser desobediente precisamente porque puede decir "sí" y obedecer a aquellos principios que le son genuinamente propios. No está semidormido sino plenamente despierto ante las realidades personales y sociales que lo rodean. Es independiente; lo que es lo debe a su propio esfuerzo; es libre y no es sirviente de nadie. Mi afirmación es que la persona completamente despierta en un mundo semidormido, es precisamente el carácter revolucionario. Una vez que todos estén despiertos ya no habrá necesidad de profetas o caracteres revolucionarios: sólo habrá seres humanos plenamente desarrollados. Por cierto que la mayoría de las gentes no han sido nunca caracteres revolucionarios. Pero la razón por la cual ya no vivimos en cavernas es precisamente porque en la historia humana ha habido siempre suficientes caracteres revolucionarios como para sacarnos de las cavernas y sus equivalentes. Hay empero muchos otros que pretenden ser revolucionarios cuando en realidad son oportunistas políticos.
Erich Fromm

sábado, 26 de junio de 2010

Enigmas

Tocar el piano hace que me enfrente a mis propios enigmas. A los que aún no logro resolver. Mientras escribo estas palabras, en mi cabeza escucho unas notas aisladas, una especie de contemplación sencilla e irregular, como si fuera el sonido imprevisto de una nube que cambia de máscara. Hay un lugar preciso y honesto donde los tres tiempos se unen para cambiarlo todo. Yo creo que cuando escucho así la música, sin medida, sin teorías europeas, todos los estados posibles de la emoción son puestos a prueba.

Belleza

A veces, nos encontramos con cosas que merecen realmente la pena, por innumerables razones. La vida es un suspiro lento y progresivo, pero siempre queda algún instante para contener la respiración y sonreír. O para admirar la belleza sin ser visto y sonreír por dentro. A veces, nos quedan las notas de un piano para pensar en el futuro. A veces, esas notas lo son todo. Hoy me ha invadido, por unos instantes, una clase de esperanza, silente y amorosa, y no sé por qué. Besos a tod@s.

viernes, 25 de junio de 2010

Supongo

Supongo que cuando uno conversa con el teatro de la vida acaba siendo parte de la vida.

jueves, 24 de junio de 2010

Frágil

Al cabo de un tiempo, volveremos.
Volveremos a ser un instante... ese instante.
Y regresaré a mi tópico insaciable.
El de los que ganan cuando pierden.
El de mi frágil conciencia,
que tantea a ciegas un beso eterno en una ciudad eterna.

martes, 22 de junio de 2010

Días

Hay días en los que no valen las excusas. Hay días en los que uno se convierte en algo que no ha elegido ser. Hay días tan absurdos que no sé cómo llamarlos... Los días con nombre de pérdida. Porque cuando uno se convierte en ese algo, una parte deja de ser, y se oculta en otra. Y, claro, has perdido algo de ti. Y ese maldito y desquiciado algo es irrecuperable.

Escribir

Escribir para olvidar.
Como un santo bebedor de enfermedades incurables.
Un sorbo de luz.
Al estilo de las tradiciones ocultas.
Al estilo de principios de siglo.
Yo creo que a todas luces me he marchitado.
Porque todo ya no es igual que antes.
Y la vida sigue.
Y la vida sigue vomitando imágenes decadentes.
En una sociedad desahuciada.
Porque sí.
Por un rito de silencios incomprensibles.

Los griegos me creyeron desaparecido.
Porque yo ignoré mi antiguedad.
Soy un viejo creyente.
Soy un héroe olvidado por la historia posmoderna.
Caí en desuso.
Fui atacado por las panteras.
Fui destronado por las palabras.
Y olvidé mi nombre.
Pero mi sombra sostuvo mi angustia.
Gracias a ella escucho ahora los ecos de las pequeñas cosas.

Si algo quieres estás perdido.
Contempla mi crisis.
Mi permanencia en esta crisis.
No deseo estar en otro lugar.
Aquí me siento a salvo.
Porque abandono...
lo abandono todo.
Y no digo nada.
Como ahora.

Escribir para dormir.
Dormir en una noche de insomnio.
Dormir para olvidar.
Para entender este silencio que esconde todas las llaves del paraíso.

sábado, 19 de junio de 2010

Desintegración

Sobre el momento de las cosas, tengo algo que decir... Y es que no encuentro ese momento. Lo olvidé dentro de un recipiente cerrado. Allí todos son exactamente iguales. Si el tiempo transcurre, yo no vivo en él, porque hace tiempo que dejé de hacerlo. Yo leo una escueta partitura que siempre se mira a sí misma, pero que no confiesa los pormenores de la desintegración... del tiempo, quiero decir. Mi improvisación no transcurre, se desnuda alegremente y vive como si habitara un manifiesto o el filo de algo que no tiene nombre, pero que se encuentra en cada uno de nosotros. El tiempo es una fábrica de corcheas envueltas en un silencio ensordecedor que lo lastima todo. Yo quisiera ignorar este destino impreciso y degradante. Yo quisiera acercarme a un huerto y hundirme en la tierra fértil hasta morir de asfixia. O tal vez viajar a través del sonido oculto de las cosas. O tal vez buscar el silencio oculto de las cosas. O tal vez convertirme en otro espacio minucioso e inútil.

Crepitaciones

La luz que guía las voces de los muertos se ha enamorado de mí, de mi vigilia absurda. No comprendo el pasado, ni el futuro. Aparezco tiritando de frío en mitad del verano. En mitad de mi sombra. No hay calor que supere este frío. No hay luz que valga por esta sombra. El viaje es inmenso, pero tan frágil como el crepitar de unas ascuas. Yo creo que mañana no estaré aquí. Huiré al océano. Me instalaré sobre mis aguas imaginarias. Daré rienda suelta a mi rutina de olvidar. Pereceré de nuevo. Y regresaré una vez más porque quise, y no porque me obligaron. No habitaré otro lugar porque estoy hecho de materia transparente. Daré rienda suelta a mis deformidades, a mi inútil ira contra los dioses y volveré a representar el papel encomendado. Sonreiré bajo la máscara. Fingiré estar dormido. Fingiré que no me acuerdo. Fingiré que he llegado al final. Fingiré por ti, padre.

miércoles, 16 de junio de 2010

Levedad

A veces, las metáforas sospechan de mí porque soy un recipiente preparado para la melancolía. Hay quien no cree en estas cosas. Lo entiendo. Pero es que la luz de mis manos va apagándose poco a poco. Y los minutos desesperan, se escuchan ya los murmullos del aire. La naturaleza prepara una gran conspiración. Lo sé. No hay nada mejor que ignorarlo todo. Lo sé. Pero este espacio que gobierna las luces y las sombras, a veces, me dice cosas. Me dice que es difícil llegar a tiempo porque todo está perdido de antemano. Porque la línea huracanada, con la que pinto todos los días la imagen de mi vida, me ha marcado una dirección confusa. Y me siento un estúpido por ello. Lo sé, lo sé... Llegaré con las maletas deshechas, sin zapatos y con la camisa por fuera. Mi borrachera durará eternamente.